viernes, 17 de diciembre de 2010

Ahora Soy


La oscuridad de las estrellas me llaman a la incertidumbre y me arrastran al recuerdo de algunas cosas aun no vividas, como un centellar de oraciones que tras la estela de humo, me persiguen los sueños sin dormir y palpando sus sentimientos y regocijo me percato que la confusión de los días solo trae a la muchedumbre de un país extraño que me siente tan puro como el agua cristalina que a sorbos me bebí y me termine.

Porque es tan fácil disecar las palpitaciones de mi pecho y regalarlas a la inmensa masa estelar, brillante como si estuviera viva pero desquiciante como la costumbre, me pregunto, ¿es esta una señal de lo que aguarda por mi al terminar el invierno?
Son sonidos y pictogramas que me enseñan a llevar cada centímetro del camino por la falla dorada del recorrido de las llamas, pero que a la vez me acumulan un sin fin de anhelos que me guían a los senderos y surcar el cielo, cuando la marea me empapa despierto y reflexiono de lo que por motivos ocultos en los bolsillos he guardado re-celosamente.

Nombres que desearía no haber escuchado y maldiciendo las mentiras y los motivos por los cuales me arrastraron a llevar mas allá las fantasías de un retorcido cuerpo que se rompe la espalda por la fortuita razón de la que el dolor descansa, me hacen tocar piso y sentir el frió que cala las pestañas, las encharca y me descubre la vista para acarrear mis deseos, arrebatártelos después de habértelos entregado y ahora hundirlos en la salada agua, ahogarlos y asesinarlos, merecías tocarlos, mas no merecías poseerlos.

Como siempre las sorpresas me apabullan y me golpean tan fuerte que las expectativas de aquel que no conocí y que me robó el corazón me alejan de aquello que era, me entrega las palabras mas dulces y caigo de nuevo en la muchedumbre de los días que en madrugada duermen para resguardar los sueños que por estar despierto me son obligados a olvidar por instantes, entonces el chillido del aparato enciende el vibrar de la mañana o de la tarde, se aprietan los esfínteres y me entregan a ciegas a los incendios temporales que quemando a mis manos, logran sacar una sonrisa, esa que dormía para esperar la anestesia y descubrirla con la noche descansando en la Luna.

Afuera es el duro y descuartizado cuerpo que con la tragedia se deteriora, dentro, la mas bella esencia de esa chispa que locamente circunda la piel y descubre los espíritus del amor, si tuviera algo que pedir, seria corregir el miedo por el terror de no crecer a tu lado, dejando el pasado en el pasado y convirtiendo el "seré", por el "ahora soy".