domingo, 7 de marzo de 2010

Hablando de Promesas...

Como mi buen amigo Alex dijo una vez, "No es de caballeros hacer promesas". Yo, en lo particular he hecho algunas, si, de esas que se rompen con la fuerza del agua y la fragilidad de las hojas, y si, me han hecho unas que parecen tan fuertes como el hierro de la espada que atraviesa el corazón de un vampiro, pero, ¿y que hay de las que se dan por entendido? esas palabras suaves que atraviesan tus sentidos y que transminan por las venas, esas palabras que no necesitan significados ni traducciones, esas que te hacen volar de un lado al otro en un mínimo espacio carente de oxigeno, ¿que hay de esas? esas palabras que me hacían sentir vivo de nuevo, sin mas que oírlas o leerlas, de esas que me hicieron decir "Sin nada que pedir"

Apenas hace dos semanas encontré un ser maravilloso, magnificado por su estatura, con dignidad en sus palabras, con una somnolencia que me embriagaba, una necesidad de él que me hacia sentir puro y con ganas de comenzar de cero, con aire de franqueza y delirio, parecía no conocer la mentira, parecía que me llevaría del estado narcótico de la soledad a la sublimes elevación de la calidez de sus manos, manos tan tibias y suaves que recorrían mi cuerpo, sonrisa y nariz en conjunción con mis sentidos, una mirada llena de dicha, de esas que pocas veces vi cuando alguien esperaba mi arribo, me pregunto ¿a donde se fue todo eso, quien me lo quito?

Nadie, fui yo, con mi absurda idea de esperar que un extraño me llevara al infinito, con la absurda idea de esperar que alguien me rescate de mi soledad, cuando me di cuenta que su frialdad y no era mas que su propia búsqueda de felicidad, me pregunté de nuevo, ¿de verdad estoy tan necesitado de amor? ¿de verdad necesito alguien a mi lado para ser feliz? ¿que no, mi felicidad es mía? ¿y... debo compartirla, o peor aún, debo entregarla?

Sin esperar respuestas que nunca llegan, por obvias razones; miedos, indiferencia, o simplemente falta de cortesía. Esta vez no espero ni lo mejor, ni lo peor, espero lo que la vida me de, amarlo vuelva o no, amarlo se me de o no se me de, amarlo teniéndolo o no. Comenzando con las manos vacías de nuevo, esperando las respuestas que mi camino tenga, resolviendo mis temores y debilidades, ya no me siento insuficiente, ya no me creo mejor que nadie y ya no pienso menospreciar mi valor (eso él me lo enseñó).

Mejor conservo mi belleza, mi capacidad de amar y ni única razón de ser. Mi cuerpo, mi alma y mi voz ¿y porque no? mis hermosos ojos verdes.